La cistinuria es una tubulopatía que se debe al defecto de reabsorción tubular proximal de cistina y los aminoácidos dibásicos: arginina, lisina y ornitina. A pesar de verse incrementados los niveles urinarios de varios aminoácidos, únicamente el aumento en la excreción de cistina produce síntomas. Siendo la formación de cálculos urinarios de cistina la única manifestación clínica conocida, y que por ende da nombre a la enfermedad.
La enfermedad se hereda de modo autosómico recesivo. El defecto congénito se encuentra en un transportador localizado en el borde apical en cepillo de las células del túbulo recto proximal renal (segmento S3), el cual pertenece a una familia de transportadores conocidos como HAT (Transportador de Aminoácidos Heterodimérico). En condiciones normales en el riñón se reabsorben más del 95% de los aminoácidos filtrados, sin embargo en los pacientes con cistinuria casi el 100% de la cistina filtrada se excreta en la orina.
La cistina se forma a partir de la oxidación de dos moléculas de cisteína es un compuesto altamente insoluble, que al no poder reabsorberse a nivel renal por defecto en el transportador, precipita a pH ácido en los conductos renales dando lugar a la aparición de cálculos de cistina.
La cistinuria es la responsable de aproximadamente el 1-3% de los cálculos renales en adultos y el 6-10% en niños. Más de un 50% de los pacientes con el trastorno desarrollaran litiasis durante su vida y de ellos, un 75% en ambos riñones. Es la enfermedad litiásica más compleja de tratar.
Los cristales de cistina son más fácilmente observables en la primera orina de la mañana, ya que es más ácida y concentrada; en cualquier caso si acidificamos la orina con ácido acético conseguiremos la precipitación de cristales que no son visibles en orina fresca. Aparecen como placas incoloras en forma de hexágonos perfectos o casi perfectos, solubles en ácido clorhídrico y en álcalis, especialmente en amoníaco e insolubles en ácido acético, alcohol, éter, acetona y agua hirviente. Podemos encontrar a estos cristales aislados o bien formando maclas ya que es común verlos laminados o estratificados, tienden a depositarse dentro de los túbulos como cálculos, dando como resultado daño renal, por lo tanto, la identificación correcta es muy importante.
En ocasiones los cristales de ácido úrico pueden tener seis caras y en estos casos se identifican a veces en forma errónea como cristales de cistina. Los cristales de ácido úrico con frecuencia están teñidos por los pigmentos urinarios y en consecuencia tienen color amarillo o rojo-castaño, que los diferencia de los cristales de cistina que son incoloros. El color por lo general depende del grosor del cristal, por eso cristales hexagonales de ácido úrico muy delgados pueden ser incoloros y pueden parecerse a la cistina; sin embargo bajo microscopía polarizada los cristales de ácido úrico son muy birrefringentes, mientras que los cristales de cistina tienen capacidad de polarización, la solubilidad en amoníaco también los diferencia de los cristales de ácido úrico. El ensayo químico confirmatorio para cistina se basa en la reacción de cianuro-nitroprusiato. El cianuro de sodio reduce la cistina a cisteína, y los grupos sulfhidrilo libres reaccionan posteriormente con nitroprusiato para formar un color púrpura característico.
Otra enfermedad en la que también se ven implicados los cristales de cistina es la cistinosis, una enfermedad metabólica rara de transmisión autosómica recesiva, caracterizada bioquímicamente por la disfunción del sistema de transporte de cistina en la membrana lisosomal, que conduce a la acumulación de cistina libre en los lisosomas de la mayor parte de las células del organismo. A diferencia de la cistinuria en la cistinosis los cristales de cistina no solo aparecen en el tracto urinario sino también en diferentes órganos.
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